Un libro para recordar la tragedia de Benagalbón.
Miguel Alba narra un episodio del primer cuarto del siglo XX en el que una familia fue condenada injustamente a la pena capital por la muerte de un guardia civil.
JUANJO ZAYAS. BENALGALBÓN Uno de los sucesos de la España profunda y que fue noticia a principios del siglo XX, pero que sin embargo no ha trascendido en la Historia. El coordinador de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de la Axarquía, Miguel Alba, presentó ayer su libro La tragedia de Benagalbón 1914-1925, Málaga y la conexión catalana, que narra el episodio de una familia que fue acusada de forma injusta de matar a un guardia civil tras una concentración protagonizada por varios vecinos en un colegio durante las elecciones a Cortes en el año 1914.
«Se trataba de un asunto de poca repercusión y que había conocido al trabajar en libros anteriores», apunta Alba, «y que fue un escarmiento a la sociedad obrera en la época, ya que se cogieron a tres personas como chivos expiatorios por dicha revuelta».
Concretamente, los acusados fueron Enrique Roldán García y su mujer, Dolores Gómez Villalba, así como el hijo de ambos, Enrique Roldán Gómez, que vivían en Benagalbón.
La revuelta se produjo ante el recelo por el posible falseamiento de los resultados electorales, debido a los antecedentes por la anulación de las elecciones de concejales del 5 de noviembre de 1911 y del 9 de noviembre de 1913. Los vecinos se concentraron ante el colegio electoral, protegido por la Guardia Civil y el conflicto estalló cuando el presidente de la mesa y el alcalde se negaron a firmar el acta del resultado de la votación.
Posteriormente, se originó el enfrentamiento en el que falleció el agente Domingo Almodóvar, tras ser degollado. Tres días después del suceso, los detenidos, que se elevaron a 58, fueron trasladados a Málaga para asistir forzosamente al entierro.
La familia Roldán fue condenada a la pena de muerte. Sin embargo, años después y gracias a las peticiones de amnistía de republicanos y a la ayuda de un periodista y jurista barcelonés, Eduardo Sanjuán, fue conmutada por cadena perpetua. Posteriormente, fueron liberados en 1925.
El personaje de Sanjuán fue clave para la salvación de estos tres individuos, «ya que fue quien consiguió movilizar al país con sus artículos y una dura labor de investigación», aclara Alba. «De hecho, se enviaron cerca de 3.000 telegramas que solicitaban que se anulara la pena capital».
Durante cerca de dos años, Miguel Alba ha estado trabajando para poder culminar esta investigación histórica, «sobre todo a través de la hemeroteca de la Biblioteca Nacional, con las noticias que se publicaban en los periódicos de aquellos años». Durante la presentación del libro, ayer, estuvo presente Eduardo Sanjuán, nieto del periodista que trabajó por el indulto de los acusados y que finalmente tuvo que retirarse al exilio en 1939 por la presión de las tropas franquistas.
«Se trataba de un asunto de poca repercusión y que había conocido al trabajar en libros anteriores», apunta Alba, «y que fue un escarmiento a la sociedad obrera en la época, ya que se cogieron a tres personas como chivos expiatorios por dicha revuelta».
Concretamente, los acusados fueron Enrique Roldán García y su mujer, Dolores Gómez Villalba, así como el hijo de ambos, Enrique Roldán Gómez, que vivían en Benagalbón.
La revuelta se produjo ante el recelo por el posible falseamiento de los resultados electorales, debido a los antecedentes por la anulación de las elecciones de concejales del 5 de noviembre de 1911 y del 9 de noviembre de 1913. Los vecinos se concentraron ante el colegio electoral, protegido por la Guardia Civil y el conflicto estalló cuando el presidente de la mesa y el alcalde se negaron a firmar el acta del resultado de la votación.
Posteriormente, se originó el enfrentamiento en el que falleció el agente Domingo Almodóvar, tras ser degollado. Tres días después del suceso, los detenidos, que se elevaron a 58, fueron trasladados a Málaga para asistir forzosamente al entierro.
La familia Roldán fue condenada a la pena de muerte. Sin embargo, años después y gracias a las peticiones de amnistía de republicanos y a la ayuda de un periodista y jurista barcelonés, Eduardo Sanjuán, fue conmutada por cadena perpetua. Posteriormente, fueron liberados en 1925.
El personaje de Sanjuán fue clave para la salvación de estos tres individuos, «ya que fue quien consiguió movilizar al país con sus artículos y una dura labor de investigación», aclara Alba. «De hecho, se enviaron cerca de 3.000 telegramas que solicitaban que se anulara la pena capital».
Durante cerca de dos años, Miguel Alba ha estado trabajando para poder culminar esta investigación histórica, «sobre todo a través de la hemeroteca de la Biblioteca Nacional, con las noticias que se publicaban en los periódicos de aquellos años». Durante la presentación del libro, ayer, estuvo presente Eduardo Sanjuán, nieto del periodista que trabajó por el indulto de los acusados y que finalmente tuvo que retirarse al exilio en 1939 por la presión de las tropas franquistas.
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